Cuando Kevin se encuentra sobre el césped con su gran amigo el balón, surge la magia. Es el gran agitador de sus compañeros, la chispa que encenderá la mecha para que la máquina del Puertos comience a carburar. El centrocampista procedente del Huracán es uno de esos pocos que poseen el don de la genialidad: su fútbol es descarado, vertical, resplandeciente y endiablado.
KEVIN BONILLA |
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